Dulce Nombre

 

Autor: DON MANUEL PINEDA CALDERÓN

Año: 1937 Madera de Caoba.

Medidas: 1,65 con Ráfaga y Corona.

La imagen de la Virgen fue realizada por el Escultor D. Manuel Pineda Calderón en el año 1937. Se bendijo bajo la advocación de Nuestra Señora del Águila el 15 de junio de 1937 por el párroco de San Sebastián D. Manuel Sánchez Santiago en casa del propio escultor por estar destruidos los templos de la ciudad. Allí permaneció hasta el 4 de abril de 1940 en que se bendijo el templo parroquial de San Sebastián al que fue trasladada.

El 2 de agosto de 1938, aún en casa del imaginero, sufrió un pequeño incendio producido por una vela de las que los devotos colocaban al pie de la Imagen, siendo restaurada por él mismo.

Fue sufragada por los Exmos. Sres. D. Rafael Beca Mateos y Dña. Salud Gutiérrez Ruiz, su esposa, siendo el coste 1500 pesetas.

Diversas controversias populares motivadas por el hecho de la coexistencia de dos imágenes advocadas como “Nuestra Señora del Águila” obligaron a intervenir a la Autoridad Eclesiástica, y así, el 15 de abril de 1951, el Ilmo. Sr. D. Miguel Bermudo, Canónico de la S.M.P.Iglesia Catedral de Sevilla, bendijo Solemnemente la imagen como “Nuestra Señora del Dulce Nombre de María” por mandato de S. E. Rvdma. el Cardenal Bueno Monreal.

Sigue el estilo de la imagen anterior de la Virgen del Águila, vestida de reina, a la moda del siglo XVI, con amplísimo candelero o falda acampanada, totalmente lisa, sin pliegue alguno. El cuerpo se ciñe con ajustado corpiño. La manga es ancha, pero no llega a ser de punta, como ocurre en otras imágenes antiguas que aún la conservan (Virgen del Rocío, Virgen de Gracia de Carmona, etc), pues el modelo iconográfico al que imita ya las había perdido hacía bastantes décadas. Se completa la Imagen con corona y con ráfaga, en recuerdo de los reflejos luminosos que podemos ver en la lectura del Apocalipsis de San Juan, cuando describe a la Mujer vestida de Sol.

El rostro aparece inscrito en un óvalo acorazonado, que parece ser una evolución de las gorgueras de encaje de las damas, que se ha elevado desde el cuello para cubrir la cabeza, enmarcando la cara. Ésta, muestra una frente lisa, con largas y arqueadas cejas; los ojos son grandes, de cristal, abiertos, con grandes pestañas naturales en el párpado superior y pintadas a punta de pincel en el inferior; la nariz es larga y recta, de raíz clásica, con unas aletas correctamente tratadas, sin gran pronunciamiento; la boca pequeña, cerrada, de labios perfectamente dibujados, destacando en el superior el bello recorte producido por el pliegue naso labial; la barbilla aparece ligeramente pronunciada; la cabeza está algo inclinada hacia adelante, para permitir que la imagen cruce su mirada con el devoto entablándose así un mudo diálogo entre ambos; ofreciéndole al Hijo que lleva entre sus manos. Su semblante transmite serenidad, acentuada por la sonrisa que levemente esboza su boca.

Las manos son muy bellas y elegantes, de dedos largos y finos, separados y ligeramente arqueados, adecuados a la función que hacen, de portar al Divino Infante, con ligeros hoyuelos en el dorso, en correspondencia con cada uno de los dedos.

El Niño Jesús, imagen de talla completa, anatomizado y encarnado en su totalidad muestra un delicioso desnudo infantil, aunque se aleja de la clásica postura de los modelos montañesinos, pues éste lleva los dos pies firmemente asentados y paralelos. Los brazos se separan del cuerpo y se abren por un doble motivo: en primer lugar para permitir que las manos de la Virgen lo sujeten delicadamente por la cintura; en segundo lugar para ofrecer su abrazo al espectador, al que bendice con su mano derecha, mientras que la izquierda está semicerrada para portar un corazón áureo, quedando los antebrazos paralelos.

El Niño se viste con túnica completando su atuendo con Corona o Potencias según la oportunidad.


 

 

 

Fotografias Hermandades

 

Fotografias Divina Pastora de las Almas

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